
La ciudad invirtió en el transporte público para reducir los desplazamientos en automóvil. Rehabilitó vecindarios para crear comunidades compactas y transitables que fuesen menos dependientes del automóvil. También ofreció incentivos a dueños de vivienda y a propietarios de edificios para invertir en modernizaciones que ahorrasen energía.
El esfuerzo valió la pena: En el año 2008, cuatro años antes de la fecha límite, Seattle cumplió con la meta (...) de reducir sus emisiones de efecto invernadero en un 7 por ciento por debajo de los niveles de 1990 que se establecieron para Estados Unidos [en el protocolo de Kioto].
Las tasas de reciclaje y compostaje de Seattle figuran entre las más altas del país. Los cruceros con destino a Alaska se conectan ahora a la red eléctrica mientras están en el puerto, en lugar de dejar sus motores en marcha frente a los muelles. Según Greg Nickels, el ex alcalde de Seattle que encabezó estas iniciativas ecológicas, las ciudades son “laboratorios de soluciones”.
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